Morir por ausencia.

Cada vez me sorprende más la cantidad de imágenes instantáneas que aparecen en tan sólo 35 minutos de trayecto en un cutre vagón rodeada de decenas de vidas; tantos momentos pasados y merecederos de recordar y tantos que esperas que pasen... Tantas ilusiones que se han roto y otro puñado que sabes que se romperán, pero que a pesar de todo, las mantienes vivas en esa pequeña llama... ¿Cuántas veces habrás visualizado esa noche entre humo, alcohol y mala música? Sí, sabes bien de lo que hablo, esas espectativas que vas creando año trás año al acabar esas noches que conservas en tu cabeza para siempre; siempre planeando el cambio, siempre esperando que al año siguiente mejore lo inmejorable. Y aquí está el mayor problema de todo adolescente, LA ESPECTATIVA; todos planeamos en nuestra mente un futuro demasiado ideal que pocas veces ocurre, y es por ello por lo que decimos que todo nos va mal, pero seamos realistas... El hecho de que el cenicero rebose colillas simulando tu ausencia y mis eternas ganas de verte no quiere decir que todo me vaya mal, simplemente que me está matando echarte en falta.